Un testimonio conmovedor que refleja el poder de la oración. Una historia para llenarse de fe y seguir confiando en Dios.
El profesor John Arisson, es un cancerólogo reconocido internacionalmente. Después de haber realizado numerosas investigaciones sobre esta terrible enfermedad, su esfuerzo fue finalmente recompensado. Fue llamado para formar parte de una conferencia en Europa, y recibir el premio más prestigioso del mundo.
Un viaje
El doctor estaba ansioso por volar al lugar de la conferencia y en su aerolínea preferida. El avión despegó, pero luego de una serie de eventos sus planes cambiaron completamente. A las dos horas de despegar, el avión comenzó a tener problemas técnicos y aterrizó de urgencia en otro aeropuerto.
Preocupado ante la idea de llegar tarde a la conferencia, preguntó sobre el tiempo estimado de llegada después de este problema.
Cambio de planes
Una espera de diez horas fue prevista para tomar el próximo vuelo a su destino. Entonces, decidió alquilar un automóvil para intentar llegar en cuatro horas. En medio de la ruta, el tiempo cambió bruscamente y se desató una gran tormenta que redujo al mínimo la visibilidad.
Al cabo de unos minutos, el profesor comenzó a sentirse cansado y decidió buscar refugio para hacer una pausa, comer, y descansar.
A lo lejos vio una casa. Se acercó, golpeó la puerta, y una mujer le pregunto en qué podía ayudarle. Él le explicó la situación y le preguntó si podía usar su teléfono para hacer una llamada.
Ella le dijo que no tenía teléfono, pero le propuso entrar a la casa y esperar a que el tiempo mejore para seguir con su ruta.
Una pausa
El hombre estaba muy cansado y aceptó sin dudar. La mujer le dio comida y bebida y le preguntó si quería que oraran juntos. Él respondió respetuosamente que no quería orar; que creía en Dios, pero no en la oración. Mientras tomaba el té, el doctor observaba a la mujer que oraba fervientemente y que había un bebé al lado de ella, en una
cuna.
Eso lo intrigaba a tal punto que se acercó, y le preguntó de quién era el bebé, y qué era lo que le estaba pidiendo a Dios; y si ella verdaderamente creía que Dios iba a ayudarla. Es así que le respondió que el bebé es su hijo y que tiene cáncer. Y que en su entorno muchas personas le aconsejaron de ver a un tal doctor Arisson; pero que desgraciadamente el costo de este especialista es muy alto, y que ella no tenía el dinero para pagarle. Ella terminó su respuesta diciendo que Dios todavía no había respondido a esa oración, pero que cree que pronto Dios va a darle la solución a su problema; y que ella rechaza que el temor se imponga a su fe.
“Dios es grande”
Conmovido, el doctor Arisson comenzó a llorar.
“Dios es grande”, respondió. Y le comentó la serie de eventos por los que tuvo que pasar hasta llegar a esa casa.Todas esas cosas pasaron como respuesta de Dios a la oración de uno de sus hijos. Dios quería darle al profesor, al que su carrera profesional se le había vuelto la única motivación en la vida, la oportunidad de salir de sus planes y dar de su tiempo a los demás. En especial a esas personas en dificultad, como la mujer en cuestión.
Que admirable que es Dios. Sus bendiciones son inmensurables. Nuestra mente es muy pequeña para entender qué camino Él tomará para responder a nuestra oración. Estoy seguro que esa joven no había pensado que un día el doctor se encontraría en su casa para comer algo y descansar un poco.
Dios responde oraciones
Esta historia me recuerda a la de Elías y la mujer viuda en la Biblia.
Dios no responde nuestras oraciones a nuestra manera, sino a la suya.
Si comparamos nuestras vidas con un teatro, podremos ver como detrás de escena, Dios mueve todas las piezas: las personas, el tiempo, las circunstancias; y todo esto para que las cosas sucedan por nuestro bien.
Voy a terminar recordando la actitud de esta mujer en su situación. Ella le dijo al doctor que Dios no había todavía respondido a su oración, pero que estaba convencida de que Él iba a responderle de alguna forma, y que no permitiría que el temor se ponga por encima de su fe. ¡Qué buena actitud mientras estamos esperando un milagro!
No tenía demasiado dinero, pero no dudó en darle de comer a este hombre. Y finalmente, Dios generó una conexión divina. Fue hecho conforme a su fe.
Que Dios nos ayude a desarrollar la misma actitud.
No dejemos nunca de confiar en Dios en todas las circunstancias. No dejemos nunca de creer más allá de toda esperanza, aunque todo alrededor nos empuje a abandonar.
Conservemos la fe. Todo es una cuestión de fe en el Señor Jesús.
El nos escucha y responde a nuestras oraciones.
¡Que el Señor lo bendiga!
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