Con este video doy comienzo a una serie completa sobre José, sobre la vida de José que es realmente una persona interesante en la que todos de alguna manera u otra podemos encajar bastante o incluso identificarnos con algunos aspectos de lo que José vivió y por los que quizá también nosotros pudimos haber pasado.
Para aquellos que no conocen toda la Biblia y especialmente el Antiguo Testamento, me gustaría recordar que luego de la creación de los primeros seres humanos: Adam y Eva, el hombre se aleja de Dios y le desobedece, eligiendo vivir de forma independiente y queriendo incluso llegar hasta Dios con sus propias fuerzas, como podemos ver con lo que fue la Torre de Babel.
Dios termina dispersando aquellas personas que se habían unido para edificar esta torre; pero de una u otra manera el Señor continua viendo el pecado obrar en el corazón del hombre.
Entonces Dios decide comenzar de nuevo y elige a un hombre y a una mujer; y a este hombre llamado Noé, le manda a construir un arca, y le indica cómo debía ser y qué tipos de animales debía llevar con él y con su familia en esta embarcación que sobreviviría aquel diluvio que Dios enviaría para acabar con la humanidad.
Y así fue, el diluvio pasó, y la familia de Noé se estableció en esta nueva tierra; pero tan pronto como descendieron del arca, el pecado volvió a manifestarse en ellos.
Entonces el Señor comienza otra vez, pero de manera diferente, porque Dios tiene piedad del hombre y porque Él quiere que al hombre le vaya bien, a través de los buenos proyectos que diseñó para él.
Es así que Dios escoge a Abraham para pedirle que quite su tierra y su parentela y que vaya a un lugar que Él le había preparado, par comenzar una nueva historia. Abraham era un hombre que amaba y temía a Dios. A sus 75 años, Dios le pide que observe las estrellas del cielo y le promete que así sera su descendencia. Aunque él era estéril y junto con su esposa Sara que tenía 90 años, la promesa se hizo realidad.
Aunque también aquí ocurrieron algunas cosas, cuando Abraham acordó con su esposa Sara de tener un hijo con su esclava, dando así origen a Ismael y a la tribu de los ismaelitas; aunque no era éste el hijo que había estado en los planes de Dios como el heredero de Su promesa.
Luego de esta situación, Sara queda embarazada y da a luz a Isaac, el verdadero hijo de la promesa; y Agar (la esclava), junto con Ismael, son expulsados de aquel lugar debido a los diferentes problemas que se generaban entre las dos familias.
Isaac creció y luego su padre decide enviarlo al país de los caldeos, y que allí constituya su familia. Isaac se casa con Rebecca, y esta es una historia extraordinaria que he contado ya varias veces. Ella es estéril, lamentablemente, y a menudo esto ocurre con las mujeres de la Biblia, que no pueden tener hijos; hasta que Dios obra un milagro y las sana, como ocurrió con los padres de Isaac; y esto mismo ocurre con Isaac, quien junto con su esposa Rebecca concebirá a Jacob y a Esaü.
Y Esau, por ser su primer hijo, tenía la primogenitura y es él quien normalmente debería haber tomado el relevo de de su padre y como servidor de Dios; pero un día, cansado y con hambre luego de un día de caza, termina cambiando su primogenitura por un plato de lentejas a su hermano Jacob, que se aprovechó de la circunstancia.
Jacob era más listo que su hermano y termina quedándose con la primogenitura. Y así fue que luego de varias experiencias, termina siendo llevado al desierto y atravesando por diferentes conflictos; y uno incluso con su hermano, hasta que el Señor se le revela en la visión de la escalera en Bethel. Y es así que un día, mientras estaba de camino termina reencontrándose y reconciliándose con Esau.
Jacob estaba acompañado por sus mujeres Raquel y Lea y por otras dos mujeres más, y tuvo en total doce hijos, con estas cuatro esposas.
Y un día el Señor cambia su nombre y pasa a llamarse Israel, es decir colinas y a través de él termina constituyendo a su pueblo escogido, a través de las doce tribus, representadas por sus doce hijos; entre los cuales estaba José. Y también estaban los otros once hijos de Israel, y hubieron varios que no obraron de la manera correcta y otros que terminaron casándose con extranjeros y dañando de alguna manera el linaje que había sido establecido.
Pero Dios hace gracia nuevamente y vemos que luego viene David y Salomón; y así podemos seguir hasta el nacimiento de Jesucristo.
Y siempre vemos una lucha entre hombres que obraban espiritualmente y que también atravesaron por luchas en la carne.
Hace un rato buscaba el nombre de uno de los hijos de Israel que se aleja y se involucra con extranjeros y era Judá, de hecho, es en el capítulo 38 del libro de Génesis, donde se menciona la historia entre Judá y Tamar, y lo que ocurre luego con sus hijos.
Y si leemos ese capítulo, veremos cosas terribles que ocurren. Pero Dios nos muestra a través de la escritura al hombre tal cual es.
Pero después de esta introducción, me gustaría hablarles sobre José. Aquel muchacho que fue vendido por sus hermanos y que tenía visiones extraordinarias que Dios le daba, y en las que le mostraba que un día ellos se postrarían ante José; y que ademas de esos sueños, era el preferido de su padre, por ser el hijo de Raquel; la esposa por la que Jacob tuvo que trabajar durante 14 años para poder casarse, y con la que tuvo dos hijos.
José era envidiado por sus hermanos que un día decidieron arrojarlo a una cisterna y que luego pasó a mano de los amalecitas.
Pero lo interesante de esta historia es el poder ver cómo todo es conducido por el Señor y como aquellos sueños terminan haciéndose realidad, aún en las situaciones más adversas.
Por eso me gustaría animarte y decirte que no te preocupes, porque aún en aquellos momentos que no comprendes, el Señor te guiará y utilizará aquellas experiencias negativas, para que experimentes su fidelidad, si permaneces fiel.
En el capítulo 39 leemos que “Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía”. En esta época, José tenía entre 17 y 18 años; era un joven. “Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía”.
Esta es una parte de la historia de José, que había sido rechazado por sus hermanos. Pero Dios estaba con él. Y ocurre lo mismo con nosotros mis hermanos y hermanas. Por eso es que podemos identificarnos a través de esta historia de José.
Recuerdo que cuando me entregué al Señor, mis padres vinieron a buscarme a las reuniones para que no asistiera y me perseguían. Yo me sentía agotado de todo eso, pero yo sabía que era el plan del Señor y que el Señor estaba conmigo; y cuando tenemos al señor con nosotros y cuando buscamos complacerlo y consagrar nuestra vida y todo lo que hacemos para Él, Dios lo ve y lo valora.
Todo lo que hagamos tiene que ser hecho para la gloria del Señor y no para agradar a los hombres o con intereses oscuros. Y debemos hacerlo con todo nuestro corazón.
Debemos obrar como José y considerar al Señor como primero en nuestras vidas. Saber que le pertenecemos y que es Él quien va a salvarnos.
Debemos poner todo en sus manos. Entregarle el control de nuestras vidas, de nuestras finanzas, de cada una de nuestras áreas.
Pero como José hay otros ejemplos en la Biblia. Vemos el caso del apóstol Pablo, quien perseguía cristianos; hasta que un día se encuentra con Dios y su vida cambia. Y su único objetivo se vuelve aquel de dar a conocer al Señor, atravesando persecuciones y ataques de todo tipo por la causa del Evangelio. Y gracias a este hombre que obedeció el plan de Dios para su vida, hoy tenemos el Evangelio. Gracias a él y a otros tantos que no guardaron su vida para ellos mismos, sino que la entregaron en manos del Señor para que Él haga su voluntad en nosotros y a través nuestro.
Pero también vemos el caso de Lydia, una comerciante que luego de encontrarse con Pablo y Silas en una reunión, de inmediato accepta al Señor y les ofrece a estos servidores venir a su casa y vivir con ella, compartiendo sus bienes y no guardándolos de manera egoísta.
Es importante que compartamos lo que tenemos y que no nos quedemos con todo guardado para nosotros mismos. Debemos darle nuestra vida a Dios. Y no me refiero solamente a nuestro dinero, me refiero también a nuestro tiempo. Que después de haber pagado un alto precio por nosotros a través del sacrificio de Jesús, nos pongamos a su disposición y que nos entreguemos totalmente a Él. Somos llamados a eso, es lo mínimo que podemos hacer después de tanto amor de la parte de Jesús para con nosotros.
Y volviendo a José, el pobre esclavo de 17 años, que podríamos pensar que seguiría siendo esclavo toda su vida, pero no. Cuando servimos al Señor, Dios siempre tiene un plan mejor.
Pasamos por pruebas, pero son situaciones que nos preparan para afrontar el llamado que Dios tiene para nosotros.
Alguna gente me dice que quieren servir al Señor el domingo entre las 11 y las 12 del mediodía, pero no es así como servimos al Señor. Servimos a Dios de lunes a lunes. Y servir al Señor no quiere decir precisamente predicar. Esta mañana vino un hermano a ayudarme a cortar el césped y estuvimos durante cuatro horas trabajando con la cortadora, y fue un gran trabajo; y eso también es parte de nuestro llamado de parte del Señor, porque queremos que con todo lo que tenemos el Señor sea honrado.
Aquel lugar será usado para una reunión que realizaremos con los niños de Nanterre. Ahí tenemos una huerta y debemos cuidarla y mantenerla; también para enseñarles a ellos y mostrarles un buen ejemplo.
El llamado del Señor es todos los días, y lo que el Señor nos pide es que seamos fieles en lo que nos pide que hagamos. En nuestras vidas, el pastor Juan Carlos, Bruno y yo, tenemos llamados diferentes. Nuestras vidas son distintas, y Dios tiene un plan específico para cada uno y de la misma manera para ustedes, Dios tiene un plan específico.
Predicar no es lo esencial. Es importante representar al Señor con nuestras vidas, mostrar que Dios está aquí y su bendición con Él, para los que le aman; como vemos con José que Dios le da gracia delante de su jefe egipcio, viendo la mano de Dios a través de este joven. Es por eso, mis hermanos y hermanas que cuando nosotros trabajamos la gente tiene que ver que somos diferentes; que no lo hagamos solamente por un salario ni que estemos mirando el reloj contando los minutos que restan para irnos, si no que pongamos todo nuestro corazón en lo que hagamos y que lo hagamos para el Señor, y eso producirá más efecto que una predicación en la vida de la gente.
Cuando llegué a la región parisina después de obtener mi diploma de enólogo, nadie quería contratarme porque a parte de la ciudad de Seresnes, no hay muchos viñedos en la región, 1 en Montmartre, pero nadie quería contratarme. Finalmente encontré un trabajo para ensamblar techos en las torres de la Defensa en ese momento en 1971, así que hace 50 años subía techos por escaleras, sin ascensor, 20, 30, y hasta 40 pisos con las placas del techo en mi cabeza. Estaba agotado, fue muy duro, pero lo hacía de todo corazón; y allí conocí a un cristiano y este joven testificaba del Señor, era buena gente. Él había comenzado antes que yo y duro mucho más, porque yo ya no podía más a los 4 días, por el agotamiento; pero él siguió y la empresa que compró la torre se interesó por él y lo contrató como mensajero, y después pasó a ser el jefe de los mensajeros; y de allí pasó a estar a cargo de todas las oficinas, hasta llegar a ser uno de los Ceo de aquella compañía.
Él no tenía ninguna formación, solamente quería representar al Señor y compartirlo con otros. Tampoco el dinero era su ambición.
Y creo que también Daniel era así, y nosotros somos llamados a seguir su ejemplo. Dios hizo prosperar todo lo que tocaban sus manos. Todo lo que emprendió daba gloria al Señor. Hizo tanto con su buen corazón y plenamente para Dios que todo funcionó y prosperó.
Y para terminar con la historia de José, leamos desde el verso 7: “Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa”.
Y esta mujer miente y busca hacer caer a José en su trampa.
Pero seguimos: “Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba”. Es impresionante. José se había vuelto el jefe de los prisioneros. Todo lo que hacía prosperaba. Este hombre manifestaba la gloria de Dios, estaba en comunión con Dios, y también estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para honrar al Señor.
Y es así que se descubre a un cristiano, porque camina con el Señor, porque es fiel y porque no busca su propio interés, sino que está listo para dar su vida para honrar a Dios.
Como este compañero mío que no se hacía el bueno con el jefe para lograr una posición, sino que hacía su trabajo con amor y dedicación como para el Señor, y los superiores veían como él actuaba y la gracia de Dios que obraba en Él, le abrió puertas.
Yo tenía una empresa con trece personas que eran cristianas o casi todas, quizá eran solo doce cristianos. El problema era que cada semana tenían una excusa y se aprovechaban del hecho de que éramos cristianos y que trabajábamos entre hermanos. A veces no respetaban ni los horarios. ¿Por qué la gente del mundo algunas veces tiene más respeto que algunos cristianos?
Hay que respetar al Señor y el compromiso que tenemos con los demás. Hace algunos días escuché un mensaje de Peter Mackenzie que hablaba sobre la bendición del dar por sobre el recibir. Algo que está en la Biblia, aunque muchas veces algunos quieren recibir sin dar. Mientras más aprendemos del Señor, más deberíamos darnos como Él se dio.
Hace algunos días le pedí ayuda a un joven con un trabajo y él me dijo que no, porque él termina a las 17 y necesita estar con su familia. Está bien, no hay problema con eso. Cada uno es libre, pero sin descuidar a nuestra familia, debemos aprender a encontrar un equilibrio y combinar los dos, para poder servir al Señor. La obra de Dios va a bendecir su vida y a su familia.
Si usted solamente quiere servir al Señor un domingo por la mañana, eso no es solamente servir a Dios. Hay que darse completamente. Como esas personas que se entregan y que no tienen casi tiempo para ellos mismos porque están enfocados en la obra del Señor. Y así vendrán otras personas con un corazón por los demás. Pero lamentablemente ese corazón se está perdiendo en muchas personas, sobre todo en Europa, porque creo que hay muchos que se alegran más en recibir que en dar. Pero eso forma parte de la publicidad y no debemos dejarnos por ese mensaje engañoso. Hay más gozo en dar que en recibir. No seamos víctimas de la publicidad, que nos inventa necesidades absurdas.
Un día yo estaba en cama, por un problema en la espalda y llegó una mujer con una crema que aparentemente tendría propiedades rejuvenecedoras; y luego de su demostración, mi esposa vino a consultarme si debía comprarla o no. A lo que le respondí que ella no necesitaba eso antes de que esa dama viniese, y que ahora comenzó a pensar en aquella crema, sin tener verdaderamente la necesidad, y le dije que ella era bella tal y como es.
La vendedora escuchó lo que dije e inmediatamente recogió sus cosas y se fue.
La Biblia nos dice que debemos dar, que aquel que da recibe. Hay que dejar de acumular cosas en los armarios.
El que bendice será bendecido.
Proverbios 11:24, dice: Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
Acumulas bienes y te empobreces. No es necesario guardar tanto. Además viene el miedo a perder el dinero, a que lo roben, o a que surja un problema con el banco. Sin embargo, el que da generosamente se vuelve rico en su corazón, acumula riquezas en el Señor. Eso es verdaderamente importante. Tener paz en nuestra casa, alegría en la vida, estar gozosos, sirviendo al Señor. El mejor ejemplo está en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Dios dio a su único hijo por amor a la humanidad. Debemos poner al servicio de Dios nuestras habilidades, nuestros dones y talentos y tener el mismo corazón que Él, dándonos por los demás.
Dios no quiere usarnos desde un plano intelectual. Él quiere personas que le hayan entregado su corazón a Él. Y cuando alineamos nuestra vida a la voluntad de Dios, vendrá su bendición de forma natural y veremos florecer las oportunidades de servir a nuestros hermanos y hermanas.
Es maravilloso cuando damos nuestras vidas para servir a los demás. Somos bendecidos a través del servicio. Cuando obramos para honrar al Señor, somos recompensados por Él. Pero este mundo piensa lo contrario y nos hace a menudo confundir creyendo esto.
Cuando usted hace lo que hace por su patrón, un día el patrón se irá y el que vendrá no sabrá de usted; pero si usted lo hace por el Señor, es completamente distinto.
Sea como José, que fue un gran testimonio de la gloria de Dios tanto ante Potifar como en la prisión.
Quizá con esto, usted me dice que solamente vive desgracias. Pero no lo vea así, sepa que Dios quiere formarlo a través de cada situación. Es necesario poder morir a nosotros mismos y morir a querer tener razón, con el fin de que Cristo reine en nosotros. Que ya no viva yo, sino que Cristo viva en mí.
Y es eso el Evangelio. Cuando usted entrega su vida a Cristo, deja de obrar como los demás. Ya no se enoja como los otros, ya no habla como los otros, ya no compite por su orgullo. Usted ahora sabe quién es y desconfía del orgullo y de la autosuficiencia.
Usted es un hombre nuevo en Cristo y está todo el tiempo frente a una decisión que debe tomar constantemente: ¿Qué tipo de vida yo quiero para mí?
En Hebreos 11, en la Biblia tenemos una lista de hombres y de mujeres que vivieron a través de la fe, no a su manera, sino a la manera de Dios y que fueron recompensados por el Señor.
Pero también hubieron hombres que dieron un mal testimonio, como Esau, que cambió su primogenitura por un plato de lentejas, o como Judá que se alejó de sus hermanos. También podríamos citar a Isaac y a Ismael, y a Judas, que traicionó al maestro.
Y pienso también en mujeres con testimonios escalofriantes como Jezabel, por ejemplo.
Y en aquellos que han dado un gran testimonio:
El Señor Jesús, el apóstol Pablo, Daniel, Noé, Job quien había perdido todo, un poco como la historia de José; pero que siguió fiel al Señor.
Podemos perder todo en esta tierra. Nuestro esposo o esposa, nuestros hijos… muchas cosas. Pero no perderemos nunca al Señor, porque Él permanecerá siempre fiel y nos protegerá si nos entregamos a Él.
Claro que habrán dificultades y momentos difíciles, como cuando un hijo se aleja del Señor; pero hay un tiempo para llorar, y otro tiempo para alegrarse, cuando el Señor obrará el milagro que estamos esperando a Su tiempo. Es necesario para que eso ocurra, permanecer en la fe y en la confianza en el Señor.
Mis hermanos y hermanas voy a continuar en otros videos con algunas enseñanzas sobre la vida de José, porque hay mucho por aprender; y yo quisiera ser como él. Me hace bien leerlo, me anima, me llena de fe, y me hace pensar que al final, las situaciones por las que yo atravieso no son tan difíciles como parecen.
En un video, Peter Mackenzie explicaba que cuando estaba en un pueblo cerca de los lagos de victoria y los únicos que estábamos eramos cinco personas, contándome a mí; fuimos en auto desde Kenia hasta Victoria y recorrimos 1400 kilómetros. Creo que viajamos 20 horas o algo así y en ese momento el hermano Steven tenía una camioneta con dos asientos al frente y luego detrás estaba el compartimento para el equipaje, no habían más que dos asientos; y Peter y yo estábamos atrás.
El sol era muy fuerte y yo ya estaba un poco mal de la espalda; y luego pasamos por una lluvia torrencial, era un diluvio, y nos cubríamos con bolsas de plástico. De tanto en tanto, algunos de los otros, nos daban una banana desde la ventanilla; y para nosotros esa banana tenía un gusto extraordinario.
Pero miremos al apostol Pablo y a los siervos del Señor. Todos pasaron por persecuciones y por sufrimientos, mucho mayores que aquellos que nosotros tuvimos que atravesar en aquel momento, y cuando Pablo habla de estas persecuciones menciona estas como leves aflicciones, cuando fue maltratado con crueldad en tantas ocasiones.
Hermanos, somos cristianos muy superficiales, y si realmente queremos servir al Señor debemos dar nuestra vida más y más y buscar más al Señor para volvernos los instrumentos en sus manos que Él quiere que seamos para responder a su llamado.
Y sobre todo, no dudemos en morir a nosotros mismos porque la clave de todo está en morir a nosotros mismos y tomar la cruz de Jesús quien florece en nosotros y nos da una nueva vida.
Allí realmente vemos la gracia de Dios y el aliento del Señor.
Por eso mis hermanos y hermanas, no voy a seguir avanzando pero me gustaría orar contigo y animarte. En este libro de la palabra de Dios hay una fuerza extraordinaria una bomba que puede cambiar nuestra vida. Dejemos de usar aceites superficiales, pongamos al Señor primero y veremos Su gracia. Abramos nuestros corazones que nuestra vida sea como un libro abierto, que podamos pasar tiempo juntos; que podamos encontrar oportunidades para servir al Señor; que por cierto hay muchas, pero tenemos que querer realmente hacerlo; y muchas veces como mencioné le pido a hermanos, pero no quieren comprometerse a ir más lejos. Pero bueno, no insistamos sobre ese punto. Te animo a dar más de tu vida para responder al llamado que el Señor ha puesto en ti. Es lo mejor que nos puede pasar.
Señor, oro por cada uno de mis hermanos y hermanas para que podamos responder a tu llamado, pero no de manera superficial no como espectadores, sino dándonos como tu cuando enviaste a Jesús que se entregó totalmente por nosotros, y que aceptó sufrir; mientras que muchas veces nosotros no aceptamos el mínimo sufrimiento y nos revelamos.
Señor, enséñanos a tomar la cruz, a humillarnos y a servirte con todo nuestro corazón. Te pido que ayudes a aquellos que atraviesan pruebas y dificultades, como José quien también pasó por pruebas pero que mantuvo su mirada en ti. Señor, ayúdanos a mirarte a ti, a reconocer que necesitamos de ti, y a consagrar nuestras vidas. Que esta prueba sirva para crecer en ti y para confiarnos en ti, Señor.
Dios, gracias. Guarda mis hermanos y hermanas en el Señor. En tí confiamos, en el nombre del Señor Jesús. Amén.